El presente artículo se compone de un análisis del poema que le da título y de una introducción a la poética de la autora, cuya obra anónima en vida fue reconocida y encumbrada tras su muerte.

¡Ven lentamente, Edén!
Labios no acostumbrados a ti,
tímidos, sorben tus jazmines
como la desfallecida abeja

Que al llegar tardíamente a su flor,
zumba a su alrededor,
cuenta sus propios néctares,
entra, y se pierde en bálsamos.

Come slowly — Eden!
Lips unused to Thee—
Bashful —sip thy Jessamines—
As the fainting Bee—

Reaching late his flower,
Round her chamber hums—
Count his nectars—
Enters —and is lost in Balms.

Emily Dickinson nos regala en su poema “Ven despacio, Edén” una delicada y profunda expresión de su anhelo por el paraíso. La voz poética se compara con una abeja tardía que llega a una rosa marchita y se deleita con su dulce néctar. El Edén simboliza la belleza, la pureza y la felicidad que la poeta desea, pero que también le son ajenas y lejanas. El poema tiene un tono de melancolía y nostalgia, pero también de esperanza y reverencia.

La abeja es un símbolo recurrente en la obra de Dickinson, que se identifica con este insecto por su laboriosidad, su independencia y su capacidad de crear arte a partir de las flores. La abeja también representa la conexión de la poeta con la naturaleza, que es una fuente inagotable de inspiración y belleza para ella. Además, la abeja puede simbolizar el amor no correspondido o prohibido, ya que Dickinson tuvo varios amores platónicos o secretos a lo largo de su vida.

Este poema puede ser leído desde una perspectiva erótica, si se considera que la poeta expresa su pasión por una persona que le resulta inaccesible o vedada. La metáfora de la abeja y la rosa sugiere una relación íntima y sensual entre dos amantes, pero también implica un riesgo de dolor y de pérdida. La abeja llega tarde a la flor, que ya está mustia y descolorida, y al posarse sobre sus pétalos puede herirlos con su aguijón. La poeta se siente atraída por el Edén, que representa el paraíso o la plenitud, pero también le teme, porque sabe que no pertenece a ese lugar y que puede ser expulsada o castigada por su osadía.

Algunos críticos han sugerido que este poema refleja el amor secreto y homoerótico de Emily Dickinson por su amiga Susan Gilbert, que fue su musa, su confidente y su editora durante toda su vida. Según esta interpretación, el Edén sería una metáfora de la relación lésbica entre las dos mujeres, que era considerada un tabú en la época victoriana. Dickinson escribió cientos de cartas y poemas a Susan, en los que le expresaba su admiración, su afecto y su deseo. Sin embargo, Susan se casó con el hermano de Emily, Austin Dickinson, en 1856, lo que creó un triángulo amoroso complejo y doloroso. Emily se sintió traicionada y celosa por la boda, y se recluyó cada vez más en su casa de Amherst, donde escribió la mayor parte de su obra poética. A pesar de la distancia física y emocional, Emily y Susan mantuvieron una correspondencia hasta la muerte de la poeta en 1886.

No obstante, esta no es la única forma de interpretar el poema, ya que la poesía es un arte subjetivo y polisémico. Quizás el Edén sea simplemente una expresión de la belleza y la pureza que Emily Dickinson admiraba en la naturaleza y en el arte. Tal vez la abeja sea un símbolo de la poesía misma, que es el néctar que alimenta el alma de la poeta y la rosa interprete una imagen de la fragilidad y la efímera existencia de la vida. Lo cierto es que Emily Dickinson fue una poetisa genial y original, que creó un lenguaje, una forma y una imaginación únicos. Su obra es un tesoro de la literatura universal, que nos invita a explorar los misterios del amor, la muerte, la fe y la verdad.

Por todo ello, no estará de más profundizar en poco en su vida y obra, pues Emily Dickinson, una de las poetisas más importantes de la literatura estadounidense del siglo XIX. Posee una obra única, original y profunda, donde se abordan temas como la muerte, el amor, la naturaleza y la fe. Sin embargo, su vida fue solitaria y misteriosa, y solo unos pocos de sus casi 1800 poemas se publicaron en vida, y muchos de ellos fueron modificados por los editores. Dickinson escribía con un estilo propio, que se caracterizaba por el uso de líneas cortas, rimas imperfectas, puntuación poco convencional y metáforas sorprendentes. Murió en 1886, a los 55 años, y fue su hermana Lavinia quien descubrió sus poemas y se encargó de publicarlos póstumamente.

Pero ¿quién fue Emily Dickinson y qué la inspiró para escribir sus poemas? ¿Qué símbolos utilizó para expresar su imaginación, su sensibilidad y su visión del mundo? A continuación, os presentamos algunos datos interesantes sobre su vida y su obra.

Emily Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830 en Amherst, Massachusetts, una pequeña ciudad rural donde vivió casi toda su vida. Su padre era un abogado y político conservador, su madre era una mujer piadosa y hogareña, y tenía dos hermanos: Austin y Lavinia. Emily recibió una educación esmerada en el Amherst Academy y el Mount Holyoke Female Seminary, donde destacó por su inteligencia y su amor por la lectura. Su carácter era el de una mujer introvertida y reacia a la vida social. A partir de los 30 años, se recluyó cada vez más en su casa de Amherst, donde se dedicó a escribir sus poemas y a cuidar de su jardín. Solo salía para ir a la iglesia o para visitar a algunos amigos íntimos. Vestía siempre de blanco, lo que le valió el apodo de “la dama blanca de Amherst”. Su reclusión fue voluntaria y no se debió a ninguna enfermedad mental o física, sino a una elección personal. Sin embargo, Emily mantuvo una intensa correspondencia con sus amigos y familiares, especialmente con sus amigas Susan Gilbert y Elizabeth Holland, a quienes les enviaba cartas y poemas. (Más arriba hemos hablado de su relación con Susan Gilbert). Dickinson no buscaba la fama ni el reconocimiento, sino que escribía por placer y por necesidad. Sus poemas eran personales e íntimos, y reflejaban sus pensamientos, sus sentimientos y sus experiencias. Dickinson usaba un lenguaje sencillo pero cargado de significado, que se caracterizaba por el uso de líneas cortas, rimas imperfectas, puntuación poco convencional y metáforas sorprendentes. Sus poemas tienen un ritmo musical e imitan el canto de los himnos religiosos. Al mismo tiempo, utilizaba muchos símbolos en sus poemas, que reflejaban su imaginación, su sensibilidad y su visión del mundo. Algunos de los más recurrentes son:

La flor, que simboliza la belleza, la fragilidad y la efímera existencia de la vida. Emily era una gran aficionada a la botánica y conocía el nombre y las características de muchas flores, que usaba como metáforas en sus versos. Por ejemplo, en el poema “A sepal, petal, and a thorn” compara una flor con una persona que sufre por amor:

Un sépalo y un pétalo, una espina
una simple mañana de verano –
rocío en un frasco – una abeja o dos –
la brisa – travesura entre los árboles –
Y yo soy una rosa. 

El pájaro representaba para ella la libertad, la esperanza y el canto. Dickinson admiraba a estos animales por su capacidad de volar y expresarse con su voz. En el poema “Hope is the thing with feathers” describe la esperanza como un pájaro que canta en el alma sin cesar:

La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma,
y entona melodías sin palabras,
y no se detiene para nada,
y suena más dulce en el vendaval;
y feroz tendrá que ser la tormenta
que pueda abatir al pajarillo
que a tantos ha dado abrigo.
La he escuchado en la tierra más fría
y en el mar más extraño;
mas nunca en la inclemencia
de mí ha pedido una sola migaja.

En el mar veía la inmensidad, la profundidad y el misterio. Dickinson vivió lejos del mar, pero lo imaginaba como un lugar lleno de posibilidades y secretos. En el poema “I started early – Took my dog” narra un encuentro entre una mujer y el mar, que tiene connotaciones eróticas y aterradoras:

Salí temprano. Llevé mi perro,
visité el mar;
las sirenas del sótano
subieron para verme.
 
Y las fragatas del piso alto
tendieron sus redes de cáñamo,
creyendo que yo era una laucha
encallada en la arena.
 
Ningún hombre me conmovió, hasta que la marea
cubrió mis inocentes zapatos,
llegó hasta mi delantal, hasta mi cinturón,
traspasó mi corpiño.
 
Fingió que iba a devorarme
totalmente, como el rocío
sobre un macizo de verbenas.
Entonces yo también me volví.
 
Y él, él, me siguió de cerca.
Sentí su taco de plata
contra mi tobillo. Luego mis zapatos
desbordaron de perlas
hasta que llegamos al pueblo en tierra firme.
Parecía no conocer a nadie,
e inclinándose, me miró intensamente.
El mar se retiró.

O la luz, que simbolizaba el conocimiento, la iluminación y la divinidad, pues Emily buscaba la verdad y la sabiduría en sus poemas, y a menudo se refería a la luz como una fuente de inspiración y revelación. En el poema “We grow accustomed to the Dark” contrapone la luz y la oscuridad como metáforas de la vida y la muerte:

Nos acostumbramos a lo Oscuro-
Cuando la Luz se va-
Como cuando la Vecina sostiene la Lámpara
Para atestiguar su Adiós-
Por un momento -Nuestro paso es incierto
En la novedad de la noche-
Entonces -ajustamos nuestra Visión a lo Oscuro.
Y encontramos el Camino -erguidos-
Así de mayores -Oscuridades-
Aquellas Noches del Cerebro-
Cuando ninguna Luna revela una señal-
Ni una Estrella -asoma- dentro-
Los más Valientes -tantean un poco-
Y a veces se golpean contra un Árbol
Justo en la Frente-
Pero así aprenden a ver-
O bien la Oscuridad se altera-
O algo en la mirada
Se amolda a la Medianoche-
Y la Vida pisa casi con Firmeza.

La muerte es uno de los temas más recurrentes y fascinantes en la obra de Emily Dickinson, que la exploró desde diferentes ángulos y perspectivas. De sus casi 1800 poemas, se estima que unos 600 tratan sobre la muerte, lo que representa más de un tercio de su producción total. ¿Qué motivó esta obsesión por la muerte? ¿Qué sentimientos y pensamientos expresó la poeta sobre este tema? ¿Qué recursos poéticos utilizó para crear sus versos sobre la muerte?

Pues uno de los motivos especiales fue su propia experiencia personal ya que Dickinson vivió en una época y un lugar donde la muerte era una realidad cotidiana, debido a las enfermedades, los accidentes y las guerras. Ella misma sufrió la pérdida de varios seres queridos, como su padre, su madre, su sobrino y algunos amigos íntimos. Además, tuvo una salud delicada y padeció varios episodios de depresión y ansiedad. Todo ello influyó en su sensibilidad y su conciencia de la fragilidad de la vida.

Sin embargo, no debemos olvidarnos de la búsqueda espiritual de la verdad. Emily fue educada en el puritanismo calvinista, que enfatizaba la importancia de estar preparado para el juicio final y la salvación. Aún así, ella cuestionó las doctrinas y las prácticas religiosas de su entorno, y desarrolló una visión personal y heterodoxa de la fe. Para ella, la muerte era un misterio que podía revelarle la verdad sobre Dios, el alma y la inmortalidad.

Y no menos importancia tuvo la creatividad poética del lenguaje. Dickinson utilizó la muerte como un motivo para experimentar con el lenguaje, la forma y la imaginación. En sus poemas sobre la muerte, empleó metáforas sorprendentes, imágenes vívidas, rimas inusuales y puntuación irregular. También adoptó diferentes voces y puntos de vista, como los de una persona moribunda, un cadáver, un testigo o un espectro.

La obra de Emily Dickinson sobre la muerte es variada y compleja, y refleja sus sentimientos contradictorios de temor, curiosidad, dolor, esperanza y rebeldía. Algunos ejemplos de sus poemas más famosos sobre este tema son:

“Because I could not stop for Death”, donde personifica a la muerte como un caballero galante que la lleva en un carruaje por un viaje simbólico hacia la eternidad. Este poema muestra una actitud serena y aceptación ante la muerte, que se presenta como una transición natural y no como un final abrupto:

Porque no pude detenerme ante la muerte,
amablemente ella se detuvo ante mí;
el carruaje solo nos encerraba a nosotros
y a la inmortalidad.

Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
y por su cortesía debí abandonar mis labores e incluso mis ratos de ocio.

Pasamos por la escuela donde jugaban los niños
Sus lecciones apenas concluidas;
pasamos frente a los campos de pastoreo
y ante el sol que se ponía,

Nos detuvimos ante una casa que parecía
una hinchazón de la tierra;
su techo, solo visible,
su cornisa, apenas un montículo.

Desde entonces han pasado siglos;
pero cada uno parece más corto
que el día en que anuncié por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.

“I heard a Fly buzz – when I died”, donde describe con ironía y realismo los últimos momentos de su vida y el contraste entre lo sublime y lo trivial. Este poema muestra una actitud crítica y escéptica ante la muerte, que se presenta como una interrupción absurda e insignificante:

Oí zumbar una mosca —cuando morí—,
la quietud del cuarto
era como la quietud del aire
entre los espasmos de la tormenta.

Los ojos presentes —se habían secado—
y todos contuvieron el aliento
para ese último encuentro —cuando el Rey
apareciera —en el cuarto—

Entregué mis recuerdos —cedí
esa porción de mí que podía
darse —y entonces
se interpuso una mosca—

Con un tono azul —indeciso, entrecortado, zumbaba—
entre la luz —y yo—
y entonces las ventanas se cerraron —y ya
no pude ver para ver— 

“I felt a Funeral, in my Brain”, donde expresa con intensidad y angustia el proceso de su propia locura o desintegración mental. Este poema muestra una actitud dramática y desesperada ante la muerte, que se presenta como una ruptura violenta e irreversible:

Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente –
y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor –
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda –
y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,
como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí –
y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí –
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces –

“My life closed twice before its close”, donde alude a dos pérdidas amorosas que marcaron su existencia y que anticiparon su propia muerte. Este poema muestra una actitud melancólica y nostálgica ante la muerte, que se presenta como una repetición inevitable e ineludible:

Mi vida cerró dos veces antes de su cierre— Aún
queda por ver
Si la inmortalidad desvelar
Un tercer evento para mí
Tan enorme, tan desesperada de concebir
Como estas que sucedieron dos veces.
La despedida es todo lo que sabemos del cielo,
Y todo lo que necesitamos del infierno.

Por otro lado, ¿qué papel jugó la religión en la vida y la obra de Emily Dickinson? ¿Qué sentimientos y pensamientos expresó la poeta sobre la fe? ¿Qué recursos poéticos utilizó para crear sus versos sobre la religión?

Por supuesto que unos de los motivos más importantes fue la influencia del calvinismo puritano, ya que Dickinson fue criada en un hogar calvinista y asistió a servicios religiosos con su familia en la Primera Iglesia Congregacional de Amherst. El calvinismo era una corriente del protestantismo que enfatizaba la importancia de estar preparado para el juicio final y la salvación, y que tenía una visión severa y estricta de Dios y del pecado. Esta educación religiosa marcó a Dickinson desde su infancia, y le provocó temor, duda y rebeldía.

Pero ya hemos dicho que Emily cuestionó las doctrinas y las prácticas religiosas de su entorno, y desarrolló una visión personal y heterodoxa de la fe. Para ella, la religión era un tema de búsqueda, duda, rebelión y creatividad, que plasmó en sus poemas con un lenguaje, una forma y una imaginación únicos. Dickinson no se adhirió a ninguna iglesia ni a ningún credo establecido, sino que buscó la verdad por sí misma, a través de la lectura, la observación y la reflexión. Para ella, Dios era un misterio que podía revelarse en la naturaleza, en el arte o en el amor.

Y al igual que con la muerte, Dickinson utilizó la religión como un motivo para experimentar con el lenguaje, la forma y la imaginación. En sus poemas sobre la religión, empleó metáforas e imágenes sorprendentes, que a menudo contrastaban o subvertían las convenciones religiosas de su época. Por ejemplo, personificó a la muerte como un caballero galante que la lleva en un carruaje hacia la eternidad (“Because I could not stop for Death”), describió a Dios como un eclipse que su familia adoraba cada mañana (en una carta a Thomas Wentworth Higginson), o se refirió a la Biblia como un volumen antiguo escrito por hombres descoloridos (“The Bible is an antique Volume”). También adoptó diferentes tonos y actitudes hacia la religión, que iban desde la afirmación hasta la ironía, pasando por la melancolía y la angustia.

La obra de Emily Dickinson sobre la religión es variada y compleja, y refleja sus sentimientos contradictorios de temor, curiosidad, dolor, esperanza y rebeldía. Algunos ejemplos de sus poemas más famosos sobre este tema son:

“Faith – is the Pierless Bridge”, donde expresa la necesidad de creer en lo que no se ve. Este poema muestra una actitud positiva y confiada hacia la fe, que se presenta como una fuerza que sostiene al ser humano ante lo desconocido:

Fe – es el impenetrable puente 
que sostiene lo que vemos 
en la escena que no vemos – 
para los débiles ojos 

lleva un alma valiente 
como acuñada en acero 
con brazos de acero a cada lado – 
llega – detrás del velo 

a lo que podríamos suponer 
el puente que dejaría de ser 
para nuestros lejanos, vacilantes pies 
una primera necesidad.

“Some keep the Sabbath going to Church”, en el que contrapone su forma de celebrar el día sagrado en casa con la naturaleza a la de los que asisten al templo. Este poema muestra una actitud crítica y rebelde hacia la religión institucionalizada, que se presenta como una rutina vacía e hipócrita:

Algunos guardan el sábado yendo a la Iglesia –
Yo lo guardo, quedándome en Casa –
Con un Bobolink para un Coro –
Y un Huerto, para una Cúpula –
Algunos guardan el Sábado en Sobrepelliz –
Solo uso mis Alas –
Y en lugar de tocar la Campana, para la Iglesia,
Nuestro pequeño Sacristán canta.
Dios predica, un Clérigo conocido –
Y el sermón nunca es largo,
Así que en lugar de llegar al Cielo, al fin –
Me voy, todo el tiempo.

“I never saw a Moor”, donde afirma su certeza sobre Dios y el cielo sin haberlos visto ni leído en ningún libro. Este poema muestra una actitud sencilla y sincera hacia la fe, que se presenta como una intuición natural e innata:

Nunca vi un brezal – 
nunca vi el mar – 
pero sé cómo es el brezo 
y cómo una ola es. 

Nunca hablé con Dios 
ni le visité en el cielo, 
sin embargo segura estoy del lugar 
como si el mapa lo señalara - 

“My life had stood – a Loaded Gun”, en el que se identifica con un arma que dispara contra Dios y el mundo. Este poema muestra una actitud violenta y desafiante hacia la religión, que se presenta como una opresión y una mentira:

Mi vida se había parado - un Arma Cargada -
en los Rincones - hasta que un día

el Dueño pasó - me identificó -
y me llevó lejos -

Y ahora vagamos por Bosques Soberanos -

y ahora cazamos a la Cierva -
y cada vez que hablo por él -
las Montañas contestan diligentes -

Y sonrío, tal luz cordial
sobre el resplandor del valle -
es como si una cara Vesuviana
hubiera dejado su voluntad a su paso -

Y cuando en la noche - acabado nuestro buen día -
guardo la cabeza de mi amo -

Es mejor que haber compartido
la profunda almohada de plumón -

En conclusión, leer la obra de Emily Dickinson es una oportunidad de entrar en contacto con una voz poética singular y auténtica, que nos invita a reflexionar sobre los misterios de la existencia humana. Sus poemas nos sorprenden, nos emocionan, nos desafían y nos iluminan. Sus versos son un tesoro de la literatura universal, que merecen ser descubiertos y disfrutados por todos.

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